Tras la COVID-19, es urgente recuperar la cohesión social

Evocar la palabra cohesión social resulta relevante en los actuales momentos de crisis mundial por la COVID-19 ya sea por su amplio e interesante propósito, sus bondades y su gran capacidad para resolver muchos de los problemas que nos aquejan como sociedad, pero a la vez frustrante cuando al preguntarle a funcionarios públicos, académicos y sociedad organizada, desconocen su significado más allá de un concepto que se pueda aprender y recitar.

Cuando hablamos de cohesión social nos estamos refiriendo a valores y normas compartidas por una sociedad. Estamos aludiendo a la capacidad que tiene una sociedad para asegurar el bienestar de todos sus miembros, minimizando esas disparidades y evitando la polarización que divide y crea discordia. Alcanzar un alto nivel de cohesión, les permite a las sociedades crear individuos libres que se apoyan mutuamente con el fin de alcanzar objetivos comunes a través de diversos mecanismos democráticos.

En la literatura podemos encontrar diversos enunciados acerca del significado de cohesión social en los cuales se evocan vocablos como integrar, unir, bienestar común y empoderamiento por citar algunos. Aunque parezca sencillo lograr que estos vocablos se conviertan en parte integral de las políticas sociales, este esfuerzo se muestra complejo en la medida que se haga indiferente a los ojos de quienes tienen por deber diseñar y desarrollar estrategias de intervención para reducir la exclusión social.

De igual manera, la cohesión social tiene una relación directa con la gobernanza democrática, la calidad y la transparencia de las instituciones, y la legitimidad de los sistemas políticos democráticos, razón por la cual se concreta a través de diversos mecanismos de inclusión y participación, incorporando también las oportunidades económicas y en especial el acceso a un empleo digno.

A su vez, la cohesión social presenta tres componentes que se interrelacionan para generar procesos y resultados efectivos de cohesión en las comunidades. El primero de ellos son las distancias o brechas, que cual comprende los resultados o expresiones visibles de la operación de los mecanismos de exclusión-inclusión y se refiere a las condiciones materiales en que viven los grupos y comunidades excluidos de la participación en actividades sociales esenciales para la vida, del ejercicio de sus derechos básicos y del acceso a los recursos y oportunidades necesarios para el desarrollo de sus potencialidades. Un segundo componente señala a los mecanismos institucionales de inclusión-exclusión los cuales corresponden a las acciones ejecutadas por los distintos actores institucionales y que pueden repercutir en la estructura de oportunidades, en la acumulación de ventajas y desventajas y en los procesos y resultados de inclusión-exclusión, y un tercer componente se refiere al sentido de pertenencia y todas aquellas expresiones psicosociales y culturales que dan cuenta de los grados de vinculación e identificación ciudadana con respecto tanto a la sociedad mayor como a los grupos que la integran. Si bien no existen políticas específicas de cohesión social, políticas sectoriales como educación, salud, protección social, vialidad y empleo por citar algunas, pueden generar cohesión social o conducir a una fragmentación social en la medida que los principios de cohesión social no sean parte de estas acciones de intervención. Un ejemplo lo refieren aquellas políticas de vialidad que solo contemplan resolver el problema de tráfico de los vehículos, sin considerar que también los peatones, ciclistas o cualquier persona que emplee otro medio de transporte, tienen derecho al uso de nuestras calles.

Por otra parte, uno de los elementos básicos para que haya más cohesión social es que las personas confiemos en otras personas. La confianza interpersonal consiste en una esperanza firme de que algo suceda, sea o funcione de una manera determinada o, también, que otra persona actúe de acuerdo a nuestras expectativas. Confiamos porque esperamos que nuestros amigos, nuestros padres, nuestros hermanos hagan algo como nosotros queremos que sea. Cuando esa confianza se traslada a las instituciones, supone que esperamos que esas instituciones (el Presidente, la asamblea nacional, los gobernadores, alcaldes, concejales o autoridades, por mencionar algunas) hagan lo que nosotros esperamos en pro del bienestar de nuestra sociedad.

Así mismo, otras acciones como el multiculturalismo, buscan combatir la discriminación y la desigualdad, generando mayor inclusión en la sociedad. Como premisa, una sola cultura no debe estar por encima de las demás, razón por la cual se recomienda promover el respeto y la tolerancia por nuestras diferencias y desterrar los estereotipos asociados a estas creencias. Igualmente, la solidaridad es una actitud que lleva a las personas a apoyarse y ayudarse de manera desinteresada, mas cuando este apoyo redunda en bienestar de una comunidad o grupo social.

En fin, tras la COVID-19 y las repercusiones económicas y sociales sobrevenidas por esta pandemia, urge considerar en nuestras ciudades, políticas de cohesión social que minimicen las disparidades ocasionadas por esta crisis. Entender que el trabajo en equipo Gobierno-Sociedad, debe ser un compromiso obligatorio en el cual los preceptos de la cohesión social deben estar presentes.