Lecciones para una ciudad inteligente tras la COVID-19

Desde otrora, las ciudades han sido foco de atención por ser los centros urbanos en donde se desarrollan las principales actividades económicas, políticas, sociales y culturales de los países. En estos espacios geográficos, los ciudadanos siempre han sido los impulsores de todos los cambios, cimentando relaciones sociales y promoviendo las modificaciones a su entorno, razón por la cual, es necesario su participación en cualquier proceso de transformación urbana y de garantizar su contribución, más allá del hecho de escucharlos a través de encuestas, foros o cualquier espacio de participación. Con las nuevas iniciativas de desarrollo urbano inteligentes asociadas a las llamadas “ciudades inteligentes” o “Smart Cities”, se han desarrollado planteamientos que describen las características de una ciudad bajo parámetros medioambientales, sociales y económicos, empleando las nuevas tecnologías que privilegian la calidad de vida de los ciudadanos.

Si bien existen en la actualidad diversos enunciados acerca de las dimensiones o particularidades de una ciudad inteligente, en este caso es imperante referirse a aquellas perspectivas cuya trascendencia está vinculada al evento histórico que delineó la vida del mundo en 2020. Desde este año y por generaciones futuras, los vocablos “Pandemia”, “COVID-19”, “Aislamiento”, “Distanciamiento Social” y muchos otros, estarán presentes en las conversaciones familiares, discursos académicos y políticos, formulándose interrogantes de lo que pasó y cómo debemos afrontar nuevos desafíos.

Tal como lo señaló Winston Churchill, «Un optimista ve una oportunidad en toda calamidad, un pesimista ve una calamidad en toda oportunidad». Directa o indirectamente, como ciudadanos y parte esencial de cualquier ciudad, debemos asimilar las transformaciones implícitas en esta crisis sanitaria y examinar el rol de las ciudades inteligentes para perfeccionar nuestra capacidad de respuesta ante esta y próximas crisis. En efecto, la pandemia ha modificado nuestra forma de vida, impactando en cualquier espacio de nuestro núcleo urbano. Desde la educación, el trabajo, las comunicaciones, la economía, el transporte y las relaciones interpersonales por citar algunas, debemos interiorizar la necesidad de promover cambios súbitos en nuestra forma de pensar, diseñar y cohabitar en nuestras ciudades.

De igual manera, es innegable el impacto que ha tenido esta pandemia en la vida de los seres humanos y los cambios en el comportamiento de las personas, razón por la cual, las ciudades inteligentes deben considerar estas premisas. Uno de estos cuestionamientos se refiere a la planificación urbana de las ciudades para permitir un distanciamiento social que, en muchas zonas urbanas repletas de vehículos, congestionamiento y poco espacio para el peatón, hacen imposible cumplir con esta recomendación.  Asimismo, las condiciones dentro de las edificaciones públicas y familiares, deberán considerar los aspectos de ventilación, distanciamiento e higiene para reducir las posibilidades de contagio.

En función de los parámetros medio ambientales que se vienen impulsando desde la aparición del Informe Brundtland en 1987, los esfuerzos por lograr cambios urgentes en nuestra conducta hacia el planeta y forma de comprender las modificaciones imperantes a este proceso, exige que las ciudades inteligentes deberán fomentar cambios más drásticos que contribuyan a mejorar la calidad de vida de millones de personas estresadas y angustiadas, así como también, disminuir el impacto medioambiental que refiere un modelo de desarrollo que debe imperiosamente cambiar a corto plazo. Desde la edificación de nuevos espacios verdes y la reducción drástica de la contaminación vehicular e industrial, son pasos urgentes que deben estar en cualquier planificación de una ciudad inteligente.

Por otra parte, la ausencia de certeza sobre este virus y su posible evolución, hacen imperiosa la necesidad de generar más confianza en el ciudadano, a lo cual las tecnologías juegan un papel primordial. Si bien desde 2020 se ha mostrado el despliegue de miles de iniciativas inherentes al uso de tecnologías para desarrollar las actividades educativas, laborales y de ventas a través del internet, la principal premisa a cumplir está enfocada en cómo acercar más al ciudadano al dinamismo propios de una ciudad, a sus deberes como parte de este centro urbano, del conocimiento de la función gubernamental, de las acciones emprendidas por los gobernantes locales para mejorar su calidad de vida y de las recomendaciones que deben estar presentes en el quehacer diario, al igual que la reducción de los trámites burocráticos que faciliten el pago de sus obligaciones.

The downtown New York City skyline looms over pedestrians wearing masks due to COVID-19 concerns, Friday, April 10, 2020, in Jersey City, N.J. (AP Photo/John Minchillo)

De cara a prevenir en un futuro cercano un mayor impacto de cualquier crisis en las ciudades, las tecnologías deben permitir dar una respuesta más expedita al ciudadano y una mejor adaptación ante posibles cambios en la rutina diaria, midiendo las condiciones ambientales y sanitarias, estableciendo alertas acerca de las rutas más factibles a seguir para llegar su destino, de los medios más recomendables para disfrutar saludablemente y de muchas actividades que forman parte de la complejidad de una ciudad moderna. 

Así mismo, la pandemia trajo consigo la implementación brusca de medidas de distanciamiento social en la cual las ciudades de América Latina y el Caribe no estaban preparadas. Para ello, el empleo de la micro movilidad, bicicletas y mayores bordes para los peatones, son opciones imprescindibles al momento de diseñar acciones dentro de una ciudad inteligente. Igualmente, el desarrollo de ciudades inteligentes más compactas, exigirá mejorar la conectividad entre los diferentes medios de transporte, empleando información pertinente y efectiva que motive a los ciudadanos al uso de medios alternativos y ecológicos de transporte, en lugar de usar su vehículo privado.

En fin, se entiende que el diseño y puesta en ejecución de políticas para la transformación de una ciudad inteligente, en un proceso complejo que requiere más que ideas y demanda la cooperación entre todos los actores sociales, políticos, económicos y culturales, razón por la cual el trabajo mancomunado por construir identidad y pertenencia es imperante. Comprender que el mundo, tal como lo conocimos a raíz de esta pandemia ha cambiado por el bien de la sociedad, exige un mayor compromiso en el cual los modelos de ciudades inteligentes, deben proveer las herramientas para afrontar y sobrellevar, cualquier crisis que se pueda presentar en el futuro y, por ende, brindar las herramientas para sus habitantes sigan disfrutando de excelentes condiciones de vida a pesar de las adversidades.