¿Estamos perdiendo la guerra contra las drogas?

“Han encontrado en la violencia, el sicariato y el narcotráfico una posibilidad de realizar sus anhelos y de ser protagonistas en una sociedad que les ha cerrado las puertas.”

Diego Enrique Osorno

A diario leemos y observamos con estupor en los medios de comunicación, redes sociales y cualquier espacio comunitario, noticias acerca de la muerte por sobredosis de droga, asesinatos entre bandas criminales por el control del tráfico de estupefacientes, aumento del número de consumidores que terminan en la indigencia, y muchas otras perjudiciales facetas de violencia que dibujan un contexto rebosante de crimen y conductas agresivas en cualquier nivel. En este escenario que sobrepasa los libretos de películas, no existe un grupo etario en donde se refleje el deterioro exponencial de una problemática que exige acciones efectivas e impostergables.

Según el Informe Mundial sobre las Drogas 2022 de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC), alrededor de 284 millones de personas de entre 15 y 64 años consumieron drogas en todo el mundo en 2020, lo que supone un aumento del 26% respecto a la década anterior. Las personas jóvenes están consumiendo más drogas y los niveles de consumo actuales en muchos países son más altos que los de la generación anterior. En África y América Latina, las personas menores de 35 años representan la mayoría de quienes reciben tratamiento por trastornos relacionados con el consumo de drogas. Igualmente, el informe destaca que, a nivel global, 11.2 millones de personas se inyectan drogas alrededor de la mitad vive con hepatitis C; 1.4 millones con VIH y 1.2 millones, con ambos.

Ahora bien, los datos proporcionados subrayan que la situación global en la lucha contra las drogas presenta desafíos significativos. El Informe destaca algunas tendencias alarmantes. Aunque la legalización del cannabis en algunas partes del mundo ha acelerado el consumo diario y las consecuencias relacionadas para la salud, también señala un incremento sin precedentes en la fabricación de cocaína, la expansión de las drogas sintéticas a nuevos mercados y las continuas deficiencias en la disponibilidad de tratamientos contra las drogas, especialmente para las mujeres.

Por otra parte, la producción mundial de cocaína ha experimentado un aumento considerable en los últimos años, después de una desaceleración inicial debido a la pandemia del COVID-19. Según el Informe Mundial sobre la Cocaína 2023 de la UNODC, el cultivo de coca aumentó un 35% de 2020 a 2021, alcanzando cifras récord. Este incremento se debe tanto a la expansión del cultivo de arbusto de coca como a las mejoras en el proceso de transformación de la hoja de coca en clorhidrato de cocaína. Además, se ha observado un aumento constante en el consumo de cocaína en muchas regiones, y existe un potencial de expansión en África y Asia. Sin embargo, las fuerzas del orden han realizado más incautaciones de cocaína en todo el mundo, alcanzando una cifra récord de casi 2000 toneladas en 2021.

El Informe de este año también destaca que las economías de drogas ilícitas pueden prosperar en situaciones de conflicto y donde el Estado de Derecho es débil, y a su vez pueden prolongar o exacerbar los conflictos, aspecto este que nos traslada hacia nuestra región.

Tras décadas sumida entre guerras civiles y dictaduras, América Latina y el Caribe está enfrentando uno de sus mayores riesgos, quizás el mayor para quienes consideran la perdida de cualquier ser humano como alarmante, más cuando esta se asocia a las drogas. Quizás en esta región las cifras de muerte por consumo de drogas no se equiparen a las mostradas por países como Estados Unidos o Canadá por citar alguno, pero, aun así, las muertes no solo deben representar un número para las estadísticas. Esta errónea percepción tiene un significado más doloroso para sus familiares y amigos.

Bajo este escenario, el tráfico de estupefacientes y la delincuencia organizada que son parte de la realidad en la región, alimentan y perpetúan los ciclos de violencia y conflicto, incrementando el poder de los grupos armados y terroristas que se benefician del narcotráfico, aumentando los hechos de corrupción en los cuerpos de seguridad y debilitando la gobernabilidad de las frágiles democracias latinoamericanas.

Para noviembre de 2022, la Organización de los Estados Americanos (OEA) publicó su Informe sobre la Oferta de Drogas en las Américas 2022, un reporte fundado en evidencia sobre la oferta de drogas en las Américas, refiriendo tendencias y temas de interés para los encargados de formular políticas y el público en general.

Destaca el informe que la principal droga de interés varía según el país, lo que muestra la diversidad de la oferta de drogas ilegales en la región. En algunos países, los opioides, en particular el fentanilo, son las principales drogas de inquietud, mientras que en otros predomina la cocaína. En otros países, las drogas sintéticas, como la metanfetamina, son un problema significativo. Además, los países donde se produjeron drogas a base de la coca enfatizaron los esfuerzos para incrementar el rendimiento a través de cambios en las prácticas de cultivo, el procesamiento y el uso de diferentes variedades de coca, con vidas productivas más extensas.

No obstante, las cuentas de la guerra contra las drogas no cierran nunca, pero nadie las rinde. Tal como lo destaca Garat (2021), los investigadores académicos advierten sobre la mala calidad de la información que recolectan los países y la falta de acceso a indicadores básicos. Se estima con metodologías fácilmente cuestionadas por sus frágiles supuestos y débiles conclusiones en donde no hay datos transparentes, ni auditorías independientes sobre los resultados de la inversión en seguridad o los resultados sociales.

Con las drogas todo es diferente. “No es como en otras políticas públicas donde se discute lo más efectivo. En este caso es como que no importa, hay una suerte de ceguera sobre los efectos. Parece casi imposible moverlos de esas lógicas y narrativas después de toda la información del fracaso de las políticas de drogas” (Garat, 2021, s/f).

En fin, la situación indica que la lucha contra las drogas exhibe desafíos significativos, razón por la cual se requiere una revisión de las estrategias actuales. Tras inmensas inversiones en dinero, esfuerzo y las consecuentes muertes que parecen indetenibles, la realidad exige un nuevo enfoque para la lucha contra las drogas que reemplace el ya fracasado modelo. Tal vez, comenzando este esfuerzo desde la familia, la escuela y la sociedad como espacios de reflexión y pedagogía se puedan generar resultados más efectivos, a la par de incrementar los esfuerzos mundiales por contener un flagelo que a diario destruye lo más importante en cualquier sociedad como lo son sus ciudadanos.

Referencias:

Garat, G. (2021). La guerra contra las drogas: medio siglo de derrotas para América Latina. Reseña publicada en el portal El País el 17 de junio de 2021. Disponible en: https://elpais.com/sociedad/2021-06-17/la-guerra-contra-las-drogas-medio-siglo-de-derrotas-para-america-latina.html

OEA (2022).  El Informe sobre la Oferta de Drogas en las Américas 2022. Disponible en: https://www.oas.org/es/sms/cicad/docs/CICAD_Informe_sobre_la_Oferta_de_Drogas_en_las_Americas_2022.pdf

UNODC (2022). Informe Mundial sobre las Drogas 2022 de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito. En: https://www.unodc.org/unodc/es/press/releases/2022/June/unodc-world-drug-report-2022-highlights-trends-on-cannabis-post-legalization–environmental-impacts-of-illicit-drugs–and-drug-use-among-women-and-youth.html 

UNODC (2023). Global Report on Cocaine 2023 Local dynamics, global challenges. In: https://www.unodc.org/documents/data-and-analysis/cocaine/Global_cocaine_report_2023.pdf